Thursday, January 09, 2014

Darling


En su nuevo libro, Darling: A Spiritual Biography, el polémico ensayista Richard Rodríguez explora conceptos como la espiritualidad, religión y la orientación sexual. Darling recoge 10 provocadores ensayos escritos a raíz de los ataques del 11 de septiembre de 2001, evento que paradójicamente impulsó a muchos hacia el mismo extremismo religioso que habían ocasionado el acto terrorista.En las semanas que siguieron, Rodríguez relata haberse dado cuenta de que su Dios era el mismo "Dios del desierto" al que los terroristas le rezaban...

En estos ensayos, Rodríguez explora su relación con la iglesia católica y con otras herencias tanto religiosas como culturales, y el conflicto que su identidad homosexual presenta ante ellas. El primer ensayo, titulado "Ojalá" es un acercamiento a la herencia judía, cristiana y musulmana que, "gracias al colonialismo español", forman parte de la identidad cultural del autor. Rodríguez explica al lector anglohablante la etimología de "ojalá", esa palabra que tanto le escuchaba pronunciar a su madre para expresar sus deseos, tanto profundos como mundanos.

"Los españoles trajeron palabras árabes, o variantes de palabras árabes que recordaban, al nuevo mundo y con ellas les sanaban las espaldas heridas a los indios o las mencionaban entre suspiros de lujuria", escribe. "Para que, cinco siglos más tarde, como si fuera un acto reflejo, mi madre mexicana pudiera implorarle a Alá que mantuviera intacta la estructura de su mundo", continúa. "Ojalá que la venta continúe, ojalá que se vaya la neblina, ojalá que no llueva..."

Esa relación lingüística con una deidad de otra religión no le presentaba ningún conflicto a su devota madre. Sin embargo, el acercamiento de Rodríguez hacia el islám, aunque aun lingüístico, tomó un rumbo diferente.
"
La primera palabra árabe que aprendí a raíz del 11 de septiembre fue 'jihad'", escribe.

De esa llamada a la guerra, de ambos lados, le nació el deseo de aprender más sobre el islám, escribe, de honrarlo como una religión hermana, igual que el judaísmo.

En su característico estilo deambulante, Rodríguez repasa sus días de adolescencia en el teatro Alhambra y el exotismo de la cultura árabe en el cine de la época. De ahí pasa a la conversión de Muhammad Ali y el movimiento Nación del Islam de Malcolm X, sugiriendo quizás que aquí también hay lazos lingüísticos y culturales, aunque no resulten tan esperanzadores como el "ojalá" hispano. Rodríguez es una figura polémica que no duda en besar el Corán "melodramáticamente" frente a estudiantes universitarios y, por extensión, su escritura a veces padece de un exceso de gestos provocadores.

Pero Rodríguez revela también un lado lírico y profundo en su ensayo "Jerusalén y el desierto".Aquí escribe con elocuencia al abordar la inmensidad y el vacío del desierto y ese Dios incomprensible compartido por tres religiones. Al hablar de Dios, el estilo de Rodríguez se vuelve escueto y recuerda los aforismos de Edmond Jabès. Es un estilo mínimo que contrasta con su usual locuacidad.

Darling es una colección miscelánea que abraza mucho más que la "autobiografía espiritual" que anuncia el subtítulo. Como en sus otros libros de ensayo, Rodríguez explora ideas, herencias, inclinaciones y vocablos que forman parte de lo que entendemos por identidad.

En el ensayo que le da el título a la colección, Rodríguez teje con facilidad muchos de esos elementos dispares de su identidad y, a pesar de su estilo deambulante, resulta uno de los ensayos más directos. En un punto, el autor aborda la pregunta pulsante de cómo puede permanecer afiliado a una iglesia que, como homosexual, lo condena.

"Permanezco en la Iglesia porque la Iglesia es más que su ignorancia, la Iglesia me da más de lo que me niega. Permanezco en ella porque es mía", escribe.

Siguiendo su estilo característico que recorre desde lo erudito hasta lo pedestre, Rodríguez revisa la doctrina católica hacia la homosexualidad y se resigna a que estas consideraciones no le importarían a quien no sea homosexual o católico, pero anima al lector a que siga leyendo un poco más porque "pronto nos iremos a Costco".

Después de reprocharle a su iglesia que le niegue el derecho a amar a quien él quiera, se consuela al saber que, al momento de redactar el ensayo, hay una única institución en la tierra que le reconoce ese derecho.

"En el registro de Costco," escribe, "yo tengo un cónyuge".

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